Una escuela consciente
- sertejnar
- 16 abr 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 abr 2023
En la escuela como en todas las estructuras creadas por el hombre, los cambios para adaptarse a la realidad actual y a las demandas futuras, son lentos. Seguimos teniendo una escuela con una manera de enfrentarse a esos retos, muy enraizada en el pasado. La mayoría de aprendizajes se realizan dentro de aulas, con alumnos que pasan mucho tiempo sentados mirando al frente las explicaciones del profesor/a o delante de un ordenador, porque la forma cambia pero el fondo no. Horarios delimitados, espacios delimitados, normas, esfuerzo, hábitos, control, disciplina... En definitiva mucha rigidez para modelar a los niños/as en consonancia a una sociedad, premeditadamente cargada de creencias limitantes, a la que deberán adaptarse y así poder vivir todos en buena convivencia.
Esta escuela tiene su origen en atender una clase obrera, trabajadora que en un futuro debía desempeñar tareas monótonas, por tanto, disciplinada y adaptada a unos horarios. Individuos a los que se les inculcaba unas creencias para amoldarlos al sistema, que planteaba un modelo de sociedad como un engranaje para la producción y consumo en masa. No se pretendía potenciar las virtudes del individuo como fin en sí mismo y así poder desarrollar su máximo potencial. Se buscaba la especialización de este, por y para un supuesto beneficio "mayor", un bien común que en realidad es un bien para el sistema y para el que lo dirige. De aquí el fomento de la competitividad, con el continuo proceso de etiquetar con notas a cada alumno y el de permanentes cribas para encaminarte hacia lo que estás "capacitado" según el molde establecido. Recuerdo ya en mi época de estudiante tener esa sensación de no adaptarme a este modelo. Ya hace tiempo que me di cuenta de que como tantas otras personas, fui un fracaso de este sistema educativo.
Actualmente, no existe tanta diferencia entre esa escuela "industrializada" y la actual, pero aun así nos sorprende el elevado fracaso escolar que vivimos. ¿Tiene sentido seguir manteniendo esta estructura tal y como la entendemos? La realidad es tozuda y nos muestra constantemente lo que no queremos ver por la inseguridad que nos da dejar de mantener lo conocido. Pero la evidencia es que por mucho que nos quejemos, tenemos delante más alumnos que les cuesta adaptarse a esta estructura ¿si en vez de querer modelar a los niños/as probamos el cambio de nuestra estructura de aprendizaje? Cada día que paso en el aula observando y aprendiendo de mis alumnos, me da más la sensación que nos aferramos a un clavo ardiendo. No tiene sentido ignorar esto. Ellos están pidiendo este cambio porque no conectan con la escuela y con unos planteamientos que no los encamina a un futuro que nada tendrá que ver con nada conocido.
En la siguiente entrada del blog, me gustaría poder mirar las claves que permitan identificar este distanciamiento entre lo que ofrece la escuela y lo que demanda el ser humano en el momento evolutivo actual. Y ver así cuáles debería ser las bases de sustento de esta nueva escuela consciente. Como siempre, desde la completa ignorancia y seguramente equivocado. Sin miedo a abrirse a toda posibilidad por disruptiva que parezca y con la única intención de atender lo que la realidad en nuestras aulas nos reclama.



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