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Una escuela consciente (2a parte)

  • sertejnar
  • 22 abr 2023
  • 5 Min. de lectura

Siguiendo con el análisis de la entrada anterior, me gustaría observar con detalle algunos elementos claves que nos permitan sentar las bases de esta escuela consciente que la evolución de nuestra especie reclama que se produzca. Sin ir más lejos, podemos ver este último mes en todos los medios la irrupción de la IA y sus consecuencias. Este nuevo avance ha hecho saltar todas las alarmas por la incertidumbre que esto puede acarrear en nuestra manera de vivir. Aunque los miedos están ahora muy presentes lo que es cierto es que es un paso evolutivo radical y que hará que el ser humano progrese exponencialmente.


Este aspecto deja aún más evidente si cabe que el hombre no puede competir en conocimiento con todo lo que nuestra tecnología es capaz de almacenar y reproducir. Visto esto, ¿tiene sentido que en la escuela se centre a día de hoy tanto en el aprendizaje y memorización de conocimientos y conceptos? Porque no aprovechar que hemos creado este gran avance y como en su día con el fuego, aprovechar todo su potencial en nuestro favor. Centremonos entonces en despertar en los alumnos la curiosidad permanente que pueda acompañarlos toda su vida. La curiosidad de querer saber más y más anclados en un espíritu crítico que les haga, independientes, libres e impermeables a cualquier manipulación o creencias inculcadas. La curiosidad es el elemento clave que nos ha hecho llegar tan lejos y no frenar nuestro proceso evolutivo. La cantidad de horas conectados a tecnología está durmiendo y apagando esta capacidad. ¿Esos niños de adultos podrán competir con lo que aportará esta tecnología? ¿los estamos dejando sin herramientas para ser competitivos en su futuro laboral y, por tanto, sin la posibilidad de adaptarse a los retos que le esperan? La capacidad humana de memorizar conceptos está obsoleta, sin embargo, nuestra capacidad de crear, de imaginar, de descubrir es lo que nos hace únicos y lo que nos da el valor como especie.


Entonces, ¿la creatividad y su desarrollo no debería ser el objetivo primordial que debería tener la escuela? Quizás sería esto lo que nos permitirá distinguirnos de esa tecnología que se limita a repetir y copiar ideas. La capacidad de ver ideas nuevas nunca antes vistas solo la tenemos nosotros y requiere ser potenciada desde bien pequeños. Tenemos esta capacidad innata y en la escuela, debemos dejar de castrarla inconscientemente cuando buscamos moldear a los niños y niñas en patrones estandarizados y modelos a los que se supone que tenemos que ayudar a alcanzar. En este intento de homogeneizar vemos cada vez más diferentes niveles de aprendizaje en un mismo grupo clase, cada vez hacemos más Planes Individualizados, más adaptaciones curriculares, cada vez "bajamos" más el nivel respecto a años anteriores, repetimos exámenes, más recuperaciones, recuperación de la recuperación...


Al mismo tiempo que ocurre esto dentro de la escuela fuera de ella nuestros adolescentes aprenden con youtube u otras redes sociales todo sobre sus aficiones e intereses que les motivan y les llenan ¿nos daremos cuenta que todo eso es porque en la escuela no atendemos esa singularidad de cada niño que lo hace único y valioso en sí mismo?Enfocarnos en esa creatividad y atendiendo su singularidad ¿nos permitirá ver los dones, las habilidades y capacidades de cada uno y permitir así que florezcan en su máximo potencial? Si somos capaces de entender que cada individuo tiene valor por el hecho mismo de ser único y especial, veríamos que potenciar al máximo esas capacidades y beneficiarnos todos de ellas es lo que permite mejorar como grupo. Sin olvidar que descubrir para qué hemos venido a este mundo y saber cómo aportar valor es lo que cualquier ser humano anhela.


Esta idea de beneficio común me lleva a otra clave a cambiar en la estructura de la escuela. ¿Debemos dejar de fomentar la competitividad? Hemos puesto el foco, con valoraciones, notas, evaluaciones, medias, notas de corte etc. En quien es mejor que otro o quien está más adaptado a un sistema preestablecido de acuerdo a unos criterios subjetivos e intereses del sistema. Fomentando así una cultura del esfuerzo para ser el número uno en nuestro campo. Hemos creído que la vida es competición donde sobreviven los mejores. Siempre nos habían dicho que la naturaleza se rige por esta ley y que la evolución es la adaptación del mejor al medio. Esa idea fomentaba todo nuestro sistema de creencias y nos llevaba a ver que la competición y el intentar ser el mejor era lo que debemos aspirar. Pero leía el otro día una idea que me hizo ver las cosas desde otra perspectiva. Cuando dos animales pelean para ver quién es el más fuerte y así poder aspirar a aparearse con las hembras de la manada, allí no hay competencia tal y como nosotros la entendemos. En el momento en que el animal se muestra ganador no necesita ensañarse y ejercer más violencia, y el perdedor acepta la derrota sin venganzas ni afán de usurpar esa posición con malas artes. Aceptando que es menos hábil, permite que los genes del otro sean los que mejoren la especie. En este caso, ambos miran por el bien de la especie. Cada uno acepta su rol en post del grupo. Cuando en la vida del planeta hay lucha, violencia, caza y depredación entre animales, no es competencia, en el momento que lo miras como un proceso perfecto que permite la evolución y mejora de toda la vida animal de este planeta. Es nuestra visión competitiva que hace que lo veamos diferente.


Sería bonito trabajar sobre la base de aspectos intrínsecos al ser humano como la compasión, el perdón, el amor, la solidaridad. Nuestras sociedades están demandando ya hace mucho tiempo mayor cooperación, donde todos podamos beneficiarnos de este proceso y se permita así enriquecernos unos de los otros. Podemos ver cómo estamos creando sinergias donde individuos en redes sociales generan ingresos ofreciendo conocimiento o valor a otros. Relaciones de cooperación entre emprendedores para obtener un beneficio común. Yo te ofrezco mi valor y tu me ofreces el tuyo. Antes de la aparición del dinero las sociedades primitivas se basaron en este proceso de cooperación, ya que es lo que en naturaleza somos. Surge de manera natural en nosotros, y es lo que nos produce sentimientos de bienestar. Ofrecer valor a los demás y en un beneficio común es lo que nos motiva y inspira. El dinero y el deseo irracional de conseguir más lo cambió todo. Las relaciones basadas en el dominio, el poder y el mayor beneficio económico ya no nos sirven. ¿Cuántas guerras más para este fin? ¿Cuántas más empresas millonarias satisfaciendo su apetito voraz? ¿Cuántos Lobbys más y su necesidad de poder que no permite una alimentación, salud y mayor calidad de vida para todos? Poderosos queriendo mantener el estatus quo y dirigir el mundo utilizando a la población de acuerdo a su designio.


Necesitamos nuevas ideas, nuevas estructuras. Las viejas están muy usadas, son copia de la copia, ya no sirven. Se acaba ya este modelo y algo nuevo está por llegar. No sirve de nada intentar mantener lo que está muerto. Es un buen momento para volver a analizar en profundidad qué representa la educación y su finalidad para el hombre, porque es inevitable que en su propio anhelo de florecer, de manera cada vez más consciente, alcance su verdadera naturaleza y potencial.


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